Comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca

su viaje, y en nueve días llegó a la Isla de la Palma, à do desembarcó con toda la gente, y estuvo allí veinte y cinco días esperando tiempo para seguir su camino, y al cabo de ellos se embarcó para Cabo Verde ,y en el camino, la nao capitana hizo un agua muy grande, y fue tal, que subió dentro en el navío doce palmos en alto, y se mojaron, y perdieron más de quinientos quintales de bizcocho, y se perdió mucho aceite, y otros bastimentos; lo cual los puso en mucho trabajo; y así fueron con ella, dando siempre a la bomba de día, y de noche, hasta que llegaron a la Isla de Santiago (que es una de las islas de Cabo Verde ) y allí desembarcaron, y sacaron los caballos en tierra, por que se refrescasen, y descansasen del trabajo que hasta allí habían traído, y también porque se había de descargar la nao, para remediar el agua que hacía; y descargada, el maestre de ella, la estancó (porque era el mejor buzo que había en España) vinieron desde la Palma, hasta esta isla de Cabo Verde en diez días, que hay de la una a la otra trescientas leguas. En esta isla hay muy mal Puerto, porque a do surgen, y echan las anclas, hay abajo muchas peñas, las cuales roen los cabos que llevan atadas las anclas: y cuando las van a sacar, quédanse allá las anclas; y por esto dicen los marineros, que aquel puerto tiene muchos ratones, porque les roen los cabos que llevan las anclas, y por esto es muy peligroso puerto para los navíos que allí están, si les toma alguna tormenta. Esta isla es viciosa, y muy enferma de verano, tanto, que la mayor parte de los que allí desembarcan, se mueren en pocos días que allí estén; y el armada estuvo allí veinte y cinco días, en los cuales no se murió ningún hombre de ella, y de esto se espantaron los de la tierra, y lo tuvieron por gran maravilla: y los vecinos de aquella isla les hicieron muy buen acogimiento, y ella es muy rica, y tiene muchos doblones más que reales; los cuales les dan los que van a mercar los para las Indias, y les daban cada doblón por veinte reales.

CAPÍTULO II

De cómo partimos de la isla de Cabo Verde

Remediada el agua de la nao capitana, y proveídas las cosas necesarias de agua, y carne, y otras cosas, nos embarcamos en seguimiento de nuestro viaje, y pasamos la línea equinoccial; y yendo navegando, requirió el maestre el agua que llevaba la nao capitana, y de cien botas que metió, no halló más de tres, y habían de beber de ellas cuatrocientos hombres, y treinta caballos. Y vista la necesidad tan grande, el Gobernador mandó, que tómase la tierra, y fueron tres días en demanda de ella; y al cuarto día, una hora antes que amaneciese, acaesció una cosa admirable: y porque no es fuera de propósito la porné aquí; y es que yendo con los navíos a dar en tierra en unas peñas muy altas, sin que lo viese, ni sintiese ninguna persona de los que venían en los navíos, comenzó a cantar un grillo, el cual metió en la nao en Cádiz un soldado, que venía malo, con deseo de oír música del grillo, y había dos meses y medio que navegábamos, y no lo habíamos oído, ni sentido; de lo cual el que lo metió venía muy enojado, y como aquella mañana sintió la tierra, comenzó a cantar, y a la música de él, recordó toda la gente de la nao, y vieron las peñas, que estaban un tiro de ballesta de la nao, y comenzaron a dar voces para que echasen anclas, porque íbamos al través a dar en las peñas, y así, las echaron, y fueron causa que no nos perdiésemos: que es cierto, si el grillo no cantara, nos ahogáramos cuatrocientos hombres, y treinta caballos; y entre todos se tuvo por milagro que Dios hizo por nosotros; y de ahí en adelante, yendo navegando por más de cien leguas por luengo de costa, siempre todas las noches el grillo nos daba su música, y así con ella llegó el armada a un puerto que se llamaba La Cananea, que está pasado el Cabo Frío, que estará en veinte y cuatro grados de altura. Es buen puerto: tiene unas islas a la boca de él: es limpio, y tiene once brazas de hondo. Aquí tomó el Gobernador la posesión de él por Su Majestad; y después de tomada, partió de allí, y pasó por el río, y bahía, que dicen de , el cual está veinte y cinco leguas de la Cananea, y de allí fue el armada a desembarcar en la isla de Santa Catalina, que está veinte y cinco leguas del río de San Francisco, y llegó a la isla de Santa Catalina, con hartos trabajos, y fortunas, que por el camino pasó, y llegó allí a veinte y nueve días del mes de marzo de mil y quinientos y cuarenta y uno. Está la isla de Santa Catalina en veinte y ocho grados de altura escasos.

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