Comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca

mujeres y hijos y si otra cosa en contrario quisiesen hacer, morirían de hambre; y que sería por demás el trabajo que en ello se pusiese, porque no podrían venir ellos ni sus mujeres y hijos a la doctrina, ni los religiosos estar entre ellos, porque había poca seguridad y menos confianza.

CAPÍTULO XXXIII

De la sentencia que se dio contra los agaces, con parescer de los religiosos y capitanes y oficiales de Su Majestad

Después de haber rescebido el gobernador a la obediencia de Su Majestad los indios (como habéis oído), mandó que le mostrasen el proceso y probanza que se había hecho contra los indios agaces; y visto por él y por los otros procesos que contra ellos se había hecho, paresció por ellos ser culpados por los robos y muertes que por toda la tierra habían hecho, mostró el proceso de sus culpas y la instrucción que tenía de Su Majestad a los clérigos y religiosos, estando presentes los capitanes y oficiales de Su Majestad; y habiéndolo muy bien visto todos juntamente, sin discrepar en ninguna cosa, le dieron por parescer que les hiciese la guerra a fuego y a sangre, porque así convenía al servicio de Dios y de Su Majestad; y por lo que resultaba por el proceso de sus culpas, conforme a derecho, los condenó a muerte a trece o a catorce de su generación que tenía presos; y entrando en la cárcel su a sacarlos, con unos cuchillos que tenían escondidos dieron ciertas puñaladas a personas que entraron con el alcalde y los mataran si no fuera por otra gente que con ellos iban, que los socorrieron; y defendiéndose de ellos, fuéles forzado meter mano a las espadas que llevaban; y metiéronlos en tanta necesidad, que mataron dos de ellos y sacaron los otros a ahorcar en ejecución de la sentencia.

CAPÍTULO XXXIV

De cómo el gobernador tornó a socorrer a los que estaban en Buenos Aires

Como las cosas estaban en paz y quietud, envió el gobernador a socorrer la gente que estaba en Buenos Aires, y al capitán Juan Romero, que había enviado a hacer el mismo socorro con dos bergantines y gente; para el cual socorro acordó enviar al capitán Gonzalo de Mendoza con otros dos bergantines cargados de bastimentos y cien hombres; y esto hecho, mandó llamar los religiosos y clérigos y oficiales de Vuestra Majestad, a los cuales dijo que pues no había cosa que impidiese el descubrimiento de aquella , que se debía de buscar lumbre y camino por donde sin peligro y menos pérdida de gente se pusiese en efecto la entrada por tierra, por donde hubiese poblaciones de indios y que tuviesen bastimentos, apartándose de los despoblados y desiertos (porque había muchos en la tierra), y que les rogaba y encomendaba de parte de Su Majestad mirasen lo que más útil y provechoso fuese y les paresciese, y que sobre ello le diesen su parescer, los cuales religiosos y clérigos, y el comisario fray Bernaldo de Armenia, y fray Alonso Lebrón, de la orden del señor Sant Francisco; y fray Juan de Salazar, de la orden de la Merced; y fray Luis de Herrezuelo, de la orden de San Hierónimo; y Francisco de Andrada, el bachiller Martín de Almenza, y el bachiller Martínez, y Juan Gabriel de Lezcano, clérigos y capellanes de la iglesia de la ciudad de la Ascensión. Ansimismo pidió parescer a los oficiales de Su Majestad y a los capitanes; y habiendo platicado entre todos sobre ello, todos conformes dijeron que su parescer era que luego con toda brevedad se enviase a buscar tierra poblada por donde se pudiese ir a hacer la entrada y descubrimiento, por las causas y razones que el gobernador había dicho y propuesto, y así quedó aquel día sentado y concertado; y para que mejor se pudiese hacer el descubrimiento, y con más brevedad, mandó el gobernador llamar los indios más principales de la tierra y más antiguos de los guaraníes, y les dijo cómo él quería ir a descubrir las poblaciones a aquella provincia, de las cuales ellos le habían dado relación muchas veces; y que antes de lo poner en efecto quería enviar algunos cristianos a que por vista de ojos viesen el camino por donde habían de ir; y que pues ellos eran cristianos y vasallos de Su Majestad, tuviesen por bien de dar indios de su generación que supiesen el camino para los llevar y guiar de manera que se pudiese traer buena relación, y a Vuestra Majestad harían servicio y a ellos mucho provecho, allende que les sería pagado y gratificado; y los indios principales dijeron que ellos se iban, y proveerían de la gente que fuese menester cuando se la pidiesen, y allí se ofrescieron muchos de ir con los cristianos;

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