había trescientas y cincuenta leguas por el río arriba, de muy trabajosa navegación, y que estaba por teniente de gobernador en la tierra, y provincia Domingo de Irala, vizcaíno, por quien de Juan de Ayolas, y de todos los cristianos que consigo llevó; y también le dijeron, y informaron, que Domingo de Irala, dende la ciudad de la Ascensión, había subido por el río del Paraguay arriba, con ciertos bergantines, y gentes, diciendo que iba a buscar, y dar socorro a Juan de Ayolas, y había entrado por tierra muy trabajosa de aguas, y ciénagas, a cuya causa no había podido entrar por la tierra adentro, y se había vuelto, y había tomado presos seis indios, de la generación de los payaguos, que fueron los que mataron a Juan de Ayolas, y cristianos, de los cuales prisioneros se informó, y certificó de la muerte de Juan de Ayolas, y cristianos, y cómo al tiempo había venido a su poder un indio chane, llamado , que escapó cuando mataron a los de su generación, y cristianos, que venían con ellos con las cargas, el cual estaba en poder de los indios payaguos captivo; y se retiró de la entrada, en la cual se le murieron sesenta cristianos, de enfermedad, y malos tratamientos; y otrosí, que los oficiales de Su Majestad, que en la tierra, y provincia residían, habían hecho y hacían muy grandes agravios a los españoles, pobladores, y conquistadores, y a los indios naturales de la dicha provincia, vasallos de Su Majestad, de que estaban muy descontentos y desasosegados; y que por esta causa, y porque asimismo los capitanes los maltrataban, ellos habían hurtado un batel en el puerto de Buenos Aires, y se habían venido huyendo, con intención, y propósito de dar aviso a Su Majestad de todo lo que pasaba en la tierra, y provincia: a los cuales nueve cristianos, porque venían desnudos, el los vistió, y recogió, para volverlos consigo a la provincia, por ser hombres provechosos, y buenos marineros, y porque entre ellos había un piloto para la navegación del río.
CAPÍTULO V
De cómo el gobernador dio priesa a su camino
El , habida relación de los nueve cristianos, le paresció, que para con mayor brevedad socorrer a los que estaban en la ciudad de la Ascensión, y a los que residían en el puerto de Buenos Aires, debía buscar camino por la Tierra Firme, desde la isla, para poder entrar por él a las partes, y lugares ya dichos, do estaban los cristianos, y que por la mar podrían ir los navíos al puerto de Buenos Aires, y contra la voluntad, y parescer del contador Felipe de Cáceres, y del piloto , que querían que fuera con toda el armada al puerto de Buenos Aires, dende la isla de Santa Catalina envió al factor a descubrir, y buscar camino por la Tierra Firme, y porque se descubriese aquella tierra, en el cual descubrimiento le mataron al rey de Portugal mucha gente los indios naturales: el cual dicho Pedro Dorantes, por mandado del gobernador, partió con ciertos cristianos españoles, y indios, que fueron con él para le guiar, y acompañar en el descubrimiento. A cabo de tres meses y medio, que el factor Pedro Dorantes hobo partido a descubrir la tierra, volvió a la isla de Santa Catalina, donde el gobernador le quedaba esperando; y entre otras cosas de su relación, dijo, que habiendo atravesado grandes sierras, y montañas, y tierra muy despoblada, había llegado a do dicen el Campo, que dende allí comienza la tierra poblada, y que los naturales de la isla dijeron, que era más segura, y cercana la entrada para llegar a la tierra poblada, por un río arriba, que se dice Itabucu, que está en la punta de la isla, a diez y ocho, o veinte leguas del puerto. Sabido esto por el gobernador, luego envió a ver, y descubrir el río, y la tierra firme de él, por donde había de ir caminando: el cual visto, y sabido, determinó de hacer por allí la entrada, así para descubrir aquella tierra, que no se había visto, ni descubierto, como por socorrer más brevemente a la gente española, que estaba en la provincia; y así acordado de hacer por allí la entrada, los frailes fray Bernaldo de Armenia, y fray Alonso Lebrón, su compañero, habiéndoles dicho el Gobernador, que se quedasen en la tierra, y isla de Santa Catalina a enseñar, y doctrinar los indios naturales, y a reformar, y sostener los que habían baptizado, no lo quisieron hacer, poniendo por excusa, que se querían ir en su compañía del gobernador, para residir en la ciudad de Ascensión, donde estaban los españoles, que iba a socorrer.